Editorial: El poder transformador del docente

U.E. Eduardo Kingman - 29 Ago, 2023

El poder transformador del docente

 

Autor: Rut Moreno Sánchez

Docente holística y asesora de docentes

 

¿Los docentes somos relevantes? ¿Importamos siquiera un poco? Estas preguntas son más ineludibles hoy que siempre. Y hacérselas una como docente es la diferencia entre la vitalidad docente y la resignación de hacer las cosas como siempre.

Los docentes construimos sociedades, cimentamos el presente y aportamos al futuro. Esta frase es un hecho, pero un hecho que pierde su sabor del mismo modo en que una comida preparada con desgano ya no sabe bien. Ante una frase como esta, muy seguro que el primer pensamiento es que de poco sirve ser arquitectos de los pilares de la sociedad si no somos valorados, y esta objeción, así como la excesiva energía que le dedicamos a ella, es una señal de derrota.

El valor de la docencia se lo damos nosotros cuando meditamos en esta verdad, cuando nos hacemos preguntas y cuando nos despojamos de las etiquetas prefabricadas que nos dicen cómo debemos comportarnos dentro y fuera del salón de clases, en nuestra máscara-rol-papel de docente. El valor de la docencia se lo quitamos cuando somos incapaces de ver todo lo que está en nuestras manos para insuflarle fuego a esta, y en cambio dejamos que sea el otro quien valore lo que hacemos.

Es semejante a la relación que tenemos con nosotros mismos como individuos, y el mundo. Muchas personas andan por la vida esperando que otros los valoren: sus padres, sus amigos, sus familiares, sus parejas, sus compañeros de trabajo, sus jefes, e incluso gente desconocida. Dejan de tomar decisiones en función a la aceptación que piensan que recibirán del exterior. Por eso, adoptan actitudes en consonancia con este mismo principio. Pues bien, estas personas viven hacia afuera.

Vivir hacia afuera nos convierte en víctimas de las circunstancias. Nos transforma en barcos de papel a la deriva que dependen de las condiciones del medio para dirigir su ruta, sin tener un objetivo claro de a dónde llegarán. Un docente “barco de papel” enseña con su ejemplo que somos prescindibles y tenemos que conformarnos con las condiciones de nuestro entorno para ir con la corriente, dejarnos llevar sin voluntad ni propósito. Y docentes “barco de papel” tristemente hay muchos.

Un docente que vive hacia adentro comprende que, semejante a la analogía con los barcos, debe contener un motor interno que decida el rumbo a seguir y use los elementos exteriores como un impulso, o los enfrente de manera decidida. Con una actitud como esta, el valor de la docencia se convierte en transformación. Cuando entendemos que nuestro valor reside en nosotros mismos y no en nuestro entorno, nos llenamos de un poder extraordinario que es capaz de modificar lo inmodificable: las tradiciones y las formas de ser docente, lo aprendido y asimilado de la carrera como profesor.

Ese poder extraordinario tiene como consecuencia inevitable un desaprendizaje, muy necesario en esta época de cambios y alteraciones veloces en nuestro mundo y en la sociedad que nos rodea.